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Foto del escritorWil Jiménez Kuko

Patrimonio Arquitectónico y Urbano, entendimiento para la gestión - Parte 2



Continuamos con este interesante tema que iniciamos en la semana pasada. Como ya lo vimos, en toda puesta en valor es necesario realizar un proceso de investigación preliminar para el correcto y más profundo conocimiento del objeto a restaurar, sea un edificio o un sector urbano o rural.


Podría decirse que no existen normas universales respecto a las metodologías y técnicas a aplicar en las acciones de puesta en valor, sino que cada obra requiere un tratamiento individual en función de su personalidad. Sin embargo, sí se puede establecer una teoría genérica de indagaciones aplicables a estos sujetos restaurables y más específicamente a los materiales y a los soportes rígidos constructivos.


Se propone una investigación constituida de una sistemática lectura ya sea del ambiente en su totalidad, como del objeto y su entorno en particular y las relaciones generadas entre ellos, entre sus funciones y las actividades que se desarrollan o hayan desarrollado. Debe cubrirse el área de estudio en su totalidad sin una selección previa que tendería a privilegiar algún elemento en lugar de otro, reduciendo juicios de valor que si caben se harán al final una vez que se tenga el conocimiento total del objeto de estudio.


A esta altura debe decirse que el relevamiento estará precedido y acompañado por una adecuada investigación histórica, y decimos precedida pues sólo a través de un atento análisis histórico podemos tener la confirmación de la validez de la individualización de los diferentes elementos. La evolución histórica en cuanto a sus agregados y a su organización espacial.


Se deberá realizar un prolijo relevamiento métrico con su correspondiente restitución gráfica en escala ya sea de las plantas de todos los planos del edificio, de los relevamientos de las vistas así como de todos los cortes necesarios según la complejidad volumétrica del organismo, la evolución y las modificaciones sufridas en el tiempo y en una segunda fase, una serie de indagaciones diagnósticas vueltas a individualizar los elementos técnicos-estructurales y aquellos hechos que a su vez permitan hacer luz sobre la evolución del organismo arquitectónico si es un objeto individual o del ambiente si estamos trabajando sobre el territorio. Contemporáneamente se inicia la investigación histórica sistemática de los documentos de archivo.



Catalogación

El inventario o catálogo, si bien son conceptos diferentes, se ha generalizado su uso como sinónimos. La información que integra un inventario / catálogo se constituye por todas aquellas fuentes documentales referidas a los bienes que lo conforman: datos generales, material gráfico y fotográfico, bibliografía y documentos impreso y manuscrito que se refieran al mismo.


Será conveniente constituir un banco de datos documentario de los degrados y de las prioridades de intervención. Utilizar métodos, instrumentos y técnicas de trabajo siempre en relación con las necesidades específicas del relevamiento, ya sea para la elaboración como para la mecanización de datos finales.


Aquí entran en consideración la utilización de:

  1. Documentación fotográfica, con atención a la técnica de toma, en relación con la necesidad del relevamiento.

  2. La cartografía temática con relación a la necesidad de restitución de los datos recogidos.

  3. El empleo de la fotointerpretación en las operaciones de relevamiento y verificación de datos del censo.

  4. La computarización y elaboración electrónica de datos gráficos y cartográficos.


Fotografía

La toma de datos es fundamental para la correcta realización de los proyectos de rehabilitación y restauración. La documentación fotográfica del edificio, previa a la redacción del proyecto, adquiere mayor importancia conforme el interés histórico del edificio es mayor, alcanzando su grado máximo cuando la intervención es en un edificio catalogado como monumento.


El reportaje incluirá algunas vistas generales, fotografías de todos los detalles arquitectónicos relevantes, de los desperfectos y las patologías existentes. Constituirá un “acta fotográfica” de la situación del edificio previa a la intervención, llegando a ser un documento importante para la propiedad e incluso para el archivo histórico de la ciudad.



Procesamiento de datos

Hoy los medios digitales permiten que el material se archive sin mayores dificultades. Todo el material es archivado según corresponda a:

  1. Informes con datos existentes de distintos Bienes Culturales (B.C.)

  2. Material gráfico

  3. Material fotográfico.


Se procesan las fichas clasificándolas por lotes, que responden a un determinado criterio. El Procesamiento de los datos sigue el siguiente proceso:

  1. Recolección

  2. Clasificación de códigos. clases y categorías

  3. Transferencia a soporte

  4. Almacenamiento.


La Organización de los datos se basa en una primera selección para construir los ficheros. Acondicionamiento para separar por datos y permitir ir agregando información para la puesta al día.


Procesamiento: identificación, selección, extracción de información de acuerdo a criterios determinados previamente.




Inventario y registro

Decíamos más arriba que una de las condiciones previas de toda política de protección del patrimonio es el conocimiento preciso y actualizado de lo existente, que incluye su estado y su situación legal, esto es propiedad, dominio, tipo de protección si la tiene, degrados, etc.


El inventario consiste precisamente en reunir, mantener al día y analizar los datos significativos sobre los Bienes Culturales de una región, provincia, municipio, etc. Estos datos tendrán distintos niveles de profundidad. Este sistema de inventario no puede trabajarse aislado sino debería relacionarse con otros bancos de datos.


El inventario no es un fin en sí mismo, es un instrumento que permite conocer la magnitud de los B.C. y a partir de aquí establecer las políticas necesarias. La evolución del concepto de los Bienes Culturales ha dado como resultado la necesidad de ampliar lo relevado y las divisiones que lo distinguían. En este sentido habrá que analizar, recoger y documentar todos los testimonios, allí donde se encuentren, sea éste un objeto arquitectónico, un territorio, un área urbana o rural, un objeto mueble o bien elementos del patrimonio intangible. Pero debido al tiempo necesario para realizar un inventario exhaustivo se suele realizar un pre inventario que permite verificar trabajos ya realizados sobre un sector o área, a fin de obtener un perfil rápido del patrimonio existente, volumen y diversidad. Es un trabajo general pero procede por selecciones sucesivas. Asegura una información de base. El cuidado del patrimonio histórico-artístico es una responsabilidad cultural.


En este contexto el inventario-catálogo se presenta como un instrumento de salvaguardia y valoración de los bienes culturales. La estructuración científica y el uso sucesivo de los resultados de la investigación son momentos complementarios del inventario-catálogo. Así, a partir de la ordenación lógica del material recogido, se pone en marcha la interpretación crítica de los datos, la contextualización de los bienes y el mantenimiento de su uso.


Por tanto, la concepción del trabajo de recogida de las informaciones como un mero censo del patrimonio, con el fin de su tutela jurídica, se puede considerar superada. Las exigencias actuales reclaman, por el contrario, conocimientos que garanticen una aceptación científica, una continua actualización y, sobre todo, la valoración cultural de los datos recogidos.


El inventario-catalogación se entiende como un conjunto de actividades encaminadas a la organización de los conocimientos, para conseguir la salvaguardia, la gestión y la valoración de los bienes culturales, según metodologías que no excluyen las soluciones informáticas y las conexiones con otros sistemas.


A la idea de un archivo como simple depósito de documentos, se va superponiendo la imagen de un archivo dinámico, con relaciones internas a través de campos definidos y, al mismo tiempo, relacionable con las innumerables series de archivos difundidos por todo el territorio nacional e internacional.


Por esto, el conocimiento del patrimonio histórico-artístico, aunque sea mínimo, se transforma en un factor activo de progreso. De ese modo, se debería solicitar la solidaridad nacional e internacional y los países más ricos deberían favorecer las iniciativas para la tutela de las culturas de las minorías y de los pueblos que atraviesan graves dificultades económicas.


Básicamente un Inventario permite los siguientes procesos:

  • La protección de los bienes y la lucha contra el tráfico ilícito, disponiendo de un inventario básico para identificación de los bienes se facilita la recuperación y restitución de los que hayas sido robados o exportados ilegalmente.

  • La preservación de los bienes por medio de su conservación preventiva, intervención y restauración, utilizando el inventario para el registro detallado del estado del bien y los procesos de intervención.

  • La creación de catálogos de colecciones o monumentos, o catálogos temáticos posibilitados gracias al intercambio de registros, dentro de una institución y con otras instituciones.

  • La administración y gestión efectiva y eficiente sobre los bienes bajo responsabilidad de la institución.

La inscripción de Bienes de Interés Cultural en otros países les hace gozar de una singular protección y tutela, de acuerdo con lo previsto en las diversas leyes.


La inscripción de bienes supondrá la aplicación del régimen jurídico establecido para dicho Inventario en las leyes específicas, determinará la aplicación del régimen de protección que le corresponda en función de la clase de inscripción promovida y, en su caso, las medidas cautelares que se establezcan.


En nuestro país aún hoy, la falta de conciencia y la presión inmobiliaria sobre nuestro patrimonio son más fuertes que la necesidad de su preservación y en general son pocos los titulares de derechos o simples poseedores de bienes culturales, se hallen o no catalogados, que tengan ganas de conservarlos a pesar de que tienen el deber de mantenerlos y custodiarlos de manera que se garantice la salvaguarda de sus valores.


Ni que decir de los organismos del estado en cualquiera de sus niveles quienes deberían custodiarlos (aún los bienes de propiedad del estado). Los municipios, por ejemplo, en los que se encuentren bienes inscritos en el Patrimonio Histórico, deberían recurrir al planeamiento urbanístico o a las ordenanzas municipales de edificación y urbanización como medidas que permitan su permanencia, puedan controlar su contaminación visual o perceptiva, sin embargo los negocios inmobiliarios terminan ejerciendo fuerza para que se levanten las medidas de protección.


Así como reglamentar sobre medidas por ejemplo el control de las construcciones o instalaciones de carácter permanente o temporal que por su altura, volumetría o distancia puedan perturbar su percepción. Las instalaciones necesarias para los suministros, generación y consumo energéticos, para comunicaciones, etc. La colocación de rótulos, señales y publicidad exterior. La colocación de mobiliario urbano. La ubicación de elementos destinados a la recogida de residuos urbanos, etc.




El papel de los Centros Históricos

Comúnmente se denomina “centro histórico” al asentamiento urbano originario de una ciudad, de formación anterior a la expansión urbana que consolidó la ciudad que hoy conocemos. Alguna vez fue el todo de la ciudad; luego atravesó múltiples procesos que lo transformaron y que finalmente lo consolidaron como centro histórico, como reservorio de los orígenes de la ciudad.


En las ciudades de América Latina se pueden delimitar tres grandes momentos en el proceso de constitución de sus centros históricos que expresan su dinámica y su cualidad de objeto cambiante. No son como se suelen considerar, espacios escenográficos que permanecieron estáticos por siglos; sino que, por el contrario, son lugares donde se expresan las relaciones que mantuvieron con su entorno y con el resto de la ciudad:


  • Un primer momento se inicia en sus orígenes y avanza hasta su consolidación como área central única en una matriz urbana de límites precisos. Aún sin considerarse centro histórico, cumple funciones de centro urbano: reúne actividades comerciales, administrativas, financieras y culturales.

  • Una segunda etapa se inicia hacia finales del siglo XIX y principios del XX; cuando las ciudades atraviesan procesos de expansión que marcan una diferencia entre el centro y el resto de la ciudad.

  • En un tercer momento, que continúa con su proceso de crecimiento, la ciudad experimenta el nacimiento de nuevas centralidades que compiten con el centro urbano tradicional, llevando a dos posibles situaciones: centralidad compartida entre un nuevo centro y el anterior, o la “periferización” de éste último. En este caso, el “viejo” centro entra en crisis, sucumbe y decae en su condición de centralidad; y esa crisis define su nacimiento como centro histórico.

En las últimas décadas las ciudades han experimentado nuevos procesos de desarrollo. Por una parte, la expansión en la periferia, mediante la reproducción de dos formas de ocupación del suelo: las urbanizaciones cerradas y los asentamientos informales. Por otra, la cualificación de los centros, un proceso de retorno a la ciudad construida en donde los elementos patrimoniales, identitarios e históricos asumen un rol vital en la dinámica urbana. Estos centros cumplen hoy con una doble funcionalidad:

  • Concentran actividades características de su centralidad urbana en términos económicos, con actividades financieras, políticas, de servicios y administración;

  • Constituyen espacios de representación de la vida cultural, formadora de la memoria colectiva y del sentido de pertenencia de sus habitantes.


Esta dialéctica les confiere una participación importante en el desarrollo del turismo y en la atracción de actividades recreativas, culturales y comerciales. Una nueva centralidad urbana se plantea en clara tensión con el centro histórico, generando una disputa que, en ausencia de políticas públicas adecuadas, termina erosionando su capacidad de centro para museificarse, expulsando a su población, tugurizándose y perdiendo actividades. En los procesos de recambio social que sufren los centros históricos es posible reconocer dos situaciones antagónicas:

  • La primera consiste en la tugurización, que es su ocupación por los estratos sociales más bajos, y la consecuente estigmatización del lugar, como espacio desagradable, inseguro y degradado. Esto se produce debido al vaciamiento de los centros históricos, por el traslado de sus anteriores residentes a otros lugares de la ciudad, o por el efecto expulsor de población que frecuentemente genera la normativa restrictiva, haciendo de los centros históricos lugares menos atractivos para sus residentes.

  • Un segundo proceso de recambio social lo constituye la “gentrificación”, que refiere a la expulsión de población de menores recursos para la promoción de inversiones y para la residencia de los sectores poblacionales de mayor nivel socio-económico.


Mediante la creación de mecanismos de financiamiento, de cooperación y de fortalecimiento institucional, es posible alcanzar una actuación estratégica y sustentable. En este contexto, los objetivos de la gestión del patrimonio deberían ser los siguientes:

  • Otorgar valor a los elementos naturales y culturales, recuperándolos para la sociedad que los construye y valora como acervo de la historia y como parte de la memoria colectiva.

  • Generar y fomentar bienes tangibles e intangibles que promocionen el desarrollo local, la generación de empleo, la atracción del turismo y el impulso a actividades culturales.

  • Plantear la gestión del patrimonio como un proceso de su desarrollo sustentable, incorporando una mirada holística en la que totalidad sea más compleja que la suma de las partes.

En tal sentido, debe destacarse la inconveniencia de utilizar los casos exitosos como modelos ideales, como fórmulas extrapolables o replicables, sin dirigir un proceso de planificación a medida para cada caso. Se manifiesta así la necesidad de un diagnóstico como primer paso para conocer qué y cómo se valora, cuáles son los procesos mediante los cuales se incorpora identidad al colectivo social, qué es reivindicado como patrimonio, cuáles son sus problemáticas, las amenazas y desafíos que enfrenta.


Claramente cada actor conoce, interpreta y analiza al patrimonio desde sus propias lógicas e intereses; con lo cual la articulación entre actores es una tarea delicada que requiere de un proceso que permita arribar a consensos sobre los lineamientos y los modelos de la gestión. Talleres, grupos de trabajo, audiencias y consultas son algunas herramientas para poner a consideración de las distintas miradas sobre el patrimonio. Algunos de ellos son los siguientes:


  • Los agentes inmobiliarios: arraigados al mercado inmobiliario, representan la principal fuente de inversión en el territorio y tienden a ser insensibles a soluciones arquitectónicas innovadoras para la preservación del patrimonio histórico;

  • Los propietarios: son circunstanciales a su interés personal, aunque pocas veces resultan compensados por la preservación de sus inmuebles en resguardo del interés público;

  • El Estado: es el organismo de control de los indicadores urbanísticos que regulan la preservación y planifican su gestión.

El primer grupo de instrumentos de gestión del patrimonio es el normativo. La patrimonialización lleva implícita la legislación, que pone claros límites, obligaciones y derechos sobre el uso y goce de aquellos elementos patrimoniales. Las jerarquías de catalogación y el régimen de protección varían de caso a caso, dependiendo del elemento del que se trate, su estado de conservación, la importancia que represente para la sociedad y, finalmente, de la voluntad política.


Por otra parte, muchas ciudades han implementado instrumentos financieros a fin de inducir prácticas tendientes a la preservación, la recuperación y puesta en valor del patrimonio; o para recaudar impuestos para la intervención pública, o a fin de captar las plusvalías generadas por ésta. Finalmente, tanto los instrumentos normativos como los financieros deben estar enmarcados en una estrategia a abordar para cada área o edificio de valor patrimonial. Los lineamientos, objetivos y estrategias de intervención surgen de la aplicación de herramientas de la planificación: aquellas que permiten conducir un proceso de toma de decisiones orientado a la concreción de un modelo de ciudad.


El resguardo, la conservación y la valorización del patrimonio histórico y natural es una tarea compleja y, como tal, requiere de una gestión compleja. Gestionar el patrimonio en su sentido más completo va más allá de la restauración arquitectónica, de la regulación normativa de los monumentos (naturales o construidos) o de su catalogación.


Son elementos que articuladamente, y sumados a una política integral que incorpore a la sociedad como esencial actor y depositario de los valores histórico-culturales, deben ser gestionados en el marco de objetivos y lineamientos comunes. Esto implica el diseño de estrategias específicas para cada caso, de una normativa que los regule, la búsqueda de consenso entre actores y la generación de recursos económicos necesarios. Con lo cual, se definen cuatro tipos de instrumentos que una gestión integral debe incorporar:


  • Instrumentos de la planificación: con planes y programas de distinta escala y según las estrategias a seguir. Los planes de acción, por ejemplo, se inscriben en planes más generales, y pretenden planificar ciertos elementos específicos del plan general. Otros ejemplos son los planes integrales, los sectoriales, los de manejo, los particulares, etc.

  • Instrumentos de la participación: para garantizar el involucramiento de los actores y la movilización de apoyo y consenso social y político para una gestión más eficiente. Talleres, consultas, audiencias y convenios son algunas de las figuras mediante las cuales se lleva adelante la participación.

  • Instrumentos económico-financieros: con el fin de equilibrar el accionar de los distintos actores, en términos de cargas y de beneficios derivados del proceso de uso, construcción y goce del patrimonio. Pueden, además de construir escenarios más equitativos, generar los recursos necesarios para la gestión del patrimonio o constituirse en fondos para la promoción de la cultura. Por ejemplo, la generación de “operaciones urbanas” permite generar una colaboración entre el poder público y la iniciativa privada, a fin de obtener recursos el financiamiento de intervenciones públicas.

  • Instrumentos normativos: le otorgan validez jurídica y regulan la implementación de los instrumentos anteriores. Conforme a tales prácticas en materia de gestión del patrimonio histórico y cultural, se debiera incorporar la sustentabilidad y la visión estratégica como conceptos fundamentales de abordaje de la cuestión.


En consecuencia, cada caso requiere de un tratamiento particular. Conocer cómo se gestiona el patrimonio en otras ciudades de problemáticas comunes, reseñar las buenas y malas prácticas, son ejercicios necesarios para la gestión. Y pueden aportar ideas muy interesantes para el diseño de instrumentos y metodologías tratamiento del patrimonio. Pero de ningún modo deben replicarse modelos exitosos. Es necesaria, inexorablemente, una gestión a medida. Gracias por su lectura, y recuerden "La Cultura, transforma vidas".

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