La cultura, una continua y creciente cadena de elementos que nutren la vida social de las personas, involucrando a un colectivo en el arraigo ancestral de sus predecesores con quienes crean una identidad común. Ese engranaje social que permite el desarrollo de actividades y manifestaciones que celebran el entendimiento del mundo, un mundo que se forma de culturas tan similares como diferentes en su convivir. Dentro de esas celebraciones es donde intervienen y nacen las manifestaciones culturales que parten de las características propias de la asimilación de las costumbres y tradiciones de los pueblos y su transmisión de generación en generación.
Esa transmisión de conocimientos es realmente importante en términos de permanencia. Un sólo eslabón que se rompa en esa cadena de comunicación y aprendizaje para perder información valiosa que puede propiciar la desaparición de un código simbólico social de identidad. Para este asunto, no nos centraremos a aquellos conocimientos depositados en las comunidades que dan identidad a los pueblos, pues de ellos nace el fruto cultural más puro y natural. Nos centraremos en aquellas manifestaciones, prácticas, proyecciones o ejecuciones culturales que pasan por el sistema educativo o cuadro académico de gestión y promoción cultural.
Cuando hablamos de sistemas académicos y educativos, nos referimos a la proyección artificial del escenario cultural de una manifestación, es decir, a la proyección escénica y artística de los elementos esenciales de la identidad social de un colectivo. Es aquí donde entran en el contexto los docentes, promotores, instructores, gestores, investigadores, maestros, profesores y estudiantes de las artes y la cultura, pues su papel en el manejo de la información cultural es de vital importancia en estos espacios proyectivos para el buen manejo de los titulares y montajes que se puedan formar alrededor de un tema o acontecimiento cultural en concreto.
¿Por qué hablamos de una dicotomía de la enseñanza cultural?
Porque es a partir de este concepto que nace uno de los problemas actuales de la enseñanza de la cultura y de las artes. En donde se definen los buenos y los malos profesores, en donde la responsabilidad del promotor y del maestro se ve evidenciada y en donde los estudiantes apuntan alto en lo escénico pero nunca arrancaron en la conciencia y sensibilización teórica de lo que representan artísticamente.
Y es que, parte de los procesos de globalización en los que la cultura se ve tristemente ligada, es el frío hecho de que algunas de las manifestaciones culturales y proyecciones artísticas de esos elementos, son vendidas y comercializadas como un producto más en donde su esencia y arraigo fueron arrancados de su objeto mismo y llevados al conocimiento público como una cosa más del montón. La monetización de los productos culturales es algo, que si bien es cierto trae valor y activación económica a los colectivos, también es cierto que si no se maneja con cuidado podemos destruir una parte valiosa del patrimonio cultural.
Pongamos un ejemplo muy común, la danza, es más vamos a ser más específicos para contextualizar este punto de la mejor maneja. Vamos a hablar del Swing Criollo y lo hago de esta danza porque la conozco bastante bien y sé cómo esta funcionando su triste realidad social. Muchos son los profesores, instructores, coreógrafos, bailarines y demás actores que salen día a día a enseñar esta forma de baile, incluso hasta luego de haber llevado algunas clases o participado en algún taller, ya salen y empiezan a ganar dinero enseñando a la gente a bailar. ¿Y ustedes dirán que hay de malo en ganarse la vida dando unas clases de baile? ¿En qué afecta? Pues mucho, y vamos a ver por qué.
¿De qué me sirve bailar, tocar un instrumento o interpretar algo, si ni siquiera sabemos lo que su nombre significa?
La enseñanza, principalmente en el caso particular del patrimonio cultural inmaterial que tiene como principal escenario la danza y la música, poseen como base un doble componente que no puede ser obviado y que debemos aprender a entrelazar uno con otro para que el proceso de aprendizaje sea responsable y correcto culturalmente. Hablamos de la teoría y la práctica, y es aquí, donde se empiezan a ver las diferencias abismales de la enseñanza de un profesor que estudia y conoce su importante papel educativo al que no. Y es que vamos a ver, es común, muy común ver la enseñanza desde un punto de vista práctico en donde los estudiantes aprender la técnica, cualidad, composición, partitura, corporalidad, expresión, movimientos, etc. Y eso está excelente porque nos llevará a una propuesta escénica de calidad. Pero ¿qué pasa con la teoría? Y no me refiero a la teoría de la danza desde su material técnico, me refiero a la historia misma de su creación. Recordemos que estamos transmitiendo una forma de expresión cultural, no es solo una canción o un baile.
En mi área por ejemplo, la danza, el concepto de «bailarín cultural» es un término que empecé a utilizar hace ya seis años, y se refiere precisamente a la formación de artistas con conocimientos teorico-practicos de las danzas patrimoniales, que además de ejecutar y desarrollar el material escénico – artístico, conocen de los principales aspectos históricos de la manifestación que representan. Historia, desarrollo, dificultades, principales exponentes, por qué se llama así la danza, cuál fue su contexto social, político, económico, cultural; en fin, aspectos que llevan al artista a conocer que es lo hacen y por qué lo hacen. La enseñanza integral del patrimonio cultural inmaterial nos lleva a una metodología de aprendizaje el donde basamos nuestra enseñanza en tres etapas primordiales de desarrollo y que, curiosamente, no inicia con la parte práctica. Las cuales presento a continuación:
Etapa I: Desarrollo Histórico y Etnográfico, etapa en donde los estudiantes aprender del génesis de la manifestación y sus principales características sociales.
Etapa II: Desarrollo del conocimiento práctico, aquí se inicia con la experimentación de la ejecución del elemento cultural. Aspecto de corporalidad, dominio de instrumentos y demás, empiezan a desarrollarse.
Etapa III: Desarrollo escénico o artístico, llevar ese producto cultural al escenario, requiere de un estudio cuidadoso de los elementos importantes para su recreación y se debe ser consciente de que nunca se logrará representar la realidad cultural de una manifestación en escena. Y tenemos la responsabilidad de respetar los elementos representativos de la misma sin divagar en aspectos pueden tergiversar la información real.
Etapa IV: Evaluación y Control, mediante parámetros evaluativos, analizamos el producto final de la representación y realizamos las correcciones necesarias.
Retomando el ejemplo del Swing Criollo, nos encontramos con un negocio académico rentable pero carente de todo sentido cultural, en donde no hemos encontrado con profesores que enseñan a bailar pero que ni siquiera ellos saben que significa o como inicio lo que enseñan, o peor aún simplemente no les interesa saber pues su interés radica en la mera transacción comercial y listo, formando estudiantes «huecos» carentes de todo sentido de pertenencia y sensibilización por un elemento cultural importante dentro de su propia identidad. Esto trae como consecuencia el rompimiento de la cadena de valor de la que se sustenta uno de los principios más elementales del patrimonio cultural inmaterial, la transmisión de conocimientos.
La enseñanza tanto de la teoría como de la práctica es vital dentro de los procesos de salvaguarda y enseñanza cultural y debemos buscar los criterios creativos necesarios para generar interés en la población. Una población que esta creciendo ajena a toda conciencia cultural y sin responsabilidad sobre su conocimiento identitatario como miembros de una sociedad. Este ejemplo del Swing Criollo es sólo uno de muchos en donde la música, las danzas tradicionales, la lengua, los conocimientos de la medicina tradicional, la gastronomía y demás no se exentan de esta situación.
La Responsabilidad Cultural
Este concepto que desarrollaremos en otro artículo más a profundidad, sientas sus bases en una premisa que se resume en:
Es mi DEBER como gestor, profesor o promotor cultural, CONOCER Y TRANSMITIR todos los aspectos relacionados a la manifestación cultural que trabajo, y si no conozco del tema, es mi RESPONSABILIDAD, ESTUDIAR, INVESTIGAR y PREPARARME para realizar correctamente esa labor.
Cuando asumimos un postura de liderazgo dentro del acervo cultural de una nación, región o localidad, nos convertimos personas con una alta credibilidad de opinión en donde si decimos que algo es rojo, aún siendo rosa nuestros estudiantes dirán que es rojo. Así es como funcionan los procesos de comunicación con los lideres de opinión o los «influencers» como se conocen hoy en día. Esto no es sólo aplicado a las redes sociales, pues lo vemos en la política, en la religión, en la economía, en la educación y sí en la cultura también, teniendo en esta un desarrollo un poco más diversificado por su condición social y fácil aprendizaje. Esos lideres deben antes de ponerse la camiseta, tener una preparación de calidad para iniciar responsablemente su labor como portadores y voceros de una manifestación cultural. La investigación, el estudio y la preparación son aspectos obligatorios de formación, y como ya lo vimos no sólo en lo práctico, pues en estos temas la parte teórica es sumamente importante.
La responsabilidad radica también en el hecho de que no solamente hago lo que hago con un sentido egocentrista de reconocimiento, aceptación o por negocio, pues la formación conlleva a la creación de una influencia o impacto en los estudiantes que puede desencadenar en el inicio profesional de nuevos maestros, gestores, etc. y desde nuestra labor como profesionales debemos forma con responsabilidad y consciencia cultural.
La dicotomía de la enseñanza cultural, nos lleva a poder en la mesa un análisis introspectivo de nuestra labor cultural, conociendo mi trabajo y siendo objetivo en lo que quiero, debo y tengo que hacer para apoyar el desarrollo cultural y el fortalecimiento de ese engranaje en constate crecimiento que nos permite aún conocer más de quienes somos. La Teoría, aunque aburrida es necesaria y debemos incluirla dentro de nuestra metodología pedagógica por medio de técnicas que sirvan para atraer la atención de los estudiantes y que estos la asimilen y entiendan, a la vez de que comprendan su importancia como un eslabón de esa cadena y que no son solamente artistas interpretativos, son promotores, portadores y representantes culturales que tiene una responsabilidad adicional más allá de la ejecución. La enseñanza cultural, es un tema de importancia para el quehacer cultura y debemos de asumirlo seriamente para aportar a lo que tanto nos apasiona, la cultura. Porque recuerda, ¡La Cultura, transforma vidas!
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